jueves, 3 de diciembre de 2015


Amigo Doctoral

 

Escultor de humanidades y escuchador incondicional de nuestras alocadas historias juveniles, así te defino amiguito querido.

 

Apareciste en nuestras amesetadas vidas de pos trincheras cuando el valor de lo importante tapa lo urgente, tiempos de revisión y de miradas lejanas, en los que disfrutamos el sabor de la amistad, sabor que acompañamos con buenas pastas, jamones y vinos.

 

Detrás de ese pausado hombre doctoral se escondía, una picara sonrisa que adornada con esos ojos bien abiertos se metía en risueñas anécdotas impersonales las que mostraban al desnudo al travieso ser interior.

 

Te dejo aquí mis lágrimas escritas ya que otras no pude derramar, será quizá que en el fondo estas canas que llevo, me están enseñando a disfrutar de los momentos del presente para no llorar mañana el no haber podido. Nuestros momentos compartidos no dejaron nada pendiente, los disfrutamos como quisimos, las charlas profundas y las risas impostergadas nos permitieron transitar momentos en los que sin darnos cuenta honramos la vida, porque de eso se trata.

 

Vacunado de Broncismo, tu humildad estuvo siempre presente en la mesa de amigos, transitamos los puentes de nuestras diferentes trayectorias laborales, para disfrutar de los valores esenciales, llenando nuestras mesas de historias variadas entre un bisturí y un turbo, una máquina y una casa; nuestra moneda corriente nuestras vidas, el mantel, la comida y en las copas las chispeantes burbujas de esas botellas de gruesos vidrios con las que adornamos nuestras charlas.

 

Aunque nos cueste aceptarlo nos vamos acostumbrando que de vez en cuando nos llegue la triste noticia de que alguien de nuestro grupo está de partida, cada ves es más cercano, la cronología se cumple inexorablemente, más tarde o más temprano, pero allá vamos; los balances de nuestras vidas son cada día más frecuentes, que hicimos!, que nos falta! cuanto juntamos! y tantas cosas más, y en definitiva nos damos cuenta que el verdadero capital está en los afectos de esos que lamentan nuestra partida,  de aquellos que valoran nuestra trayectoria, nuestros verdaderos jueces de esta tierra, y en este caso querido Oscar, creo haber entendido que te has ido en paz, en paz con los tuyos y con tu dios, nosotros te recordaremos así como amigo, con cariño y dispuestos a colaborar con los que dejaste si ellos lo piden, descansa en paz, gracias por tu amistad, tu amigo.

 

Rodolfo Leone

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