jueves, 3 de diciembre de 2015


Muerte Selectiva

 

Carta a un amigo en quebranto.

 

Querido Amigo, masticando una serie de pensamientos, he dejado pasar algunos días desde tu última visita, el compartir algunas horas contigo pueden llegara parecer una eternidad dada la apertura y profundidad de nuestro diálogo, y como te decía en casa recordando tiempo pasado, el brillo de tus días por aquellos años en que nos conocimos,  parece haberse diluido, tal vez por las nubes que oscurecen hoy tu horizonte, evidentemente no dejo de ver que los años pasan y por una cronología asumida estamos más viejos, no se si más sabios ó con menos ganas de soportar molestias desbordantes.

 

A veces creemos que la paja en el ojo ajeno se ve más fácil, pero no suele ser de esa manera cuando la realidad del otro, nosotros no la hemos vivido y pecamos al subestimar ó dimensionar equivocadamente la cosa.

En definitiva las marcas que cada uno lleva en la cara, nos las hemos ganado de alguna manera en las batallas que a cada uno nos tocó en suerte.

 

Aunque las comparaciones son generalmente molestas, no dejo de relacionar lo que me vienes contando en los últimos años, con otros casos de personas que por circunstancias de la vida, nos han pasado cerca, y en definitiva uno no deja de caer en comparaciones ó relaciones de similitud que te contaba, pero que en realidad son diferentes.

 

Haciendo uso apropiado de nuestra vieja relación de amistad y descontando que mi comentario resultará inevitablemente molesto, por el solo hecho que no estamos hablando de fiestas, chistes ni asados, es que al ver la desazón en tus ojos y escuchar atentamente tus comentarios, quizás  retaceados o magros, pero que en definitivas cuentas trascienden por tu expresión desolada, y es justo aquí entonces, que me surge recordarte que ya estamos quedando pocos, y que nos debemos amuchar con los afectos que supimos cimentar, y que en esa canasta  de sobrevivientes de las trincheras de la vida,  estamos todos nosotros, los amigos y parientes religados, con algunas pocas tablas que nos dejó el tsunami de la vida, las que debemos valorar y compartir.

 

Demás está decirte que en estas cosas de la vida, solo aprendí las que la universidad de la calle me pudo enseñar, por lo que no sabría sugerirte ideas magistrales, ni recetas curativas y de mis chispeantes ocurrencias se me viene proponerte que hagas la simulación de obituarte selectivamente, imagínate que pasaría si mañana vos faltases, si no estuvieses entre nosotros, que sería de esos atavíos que hoy parecieran nublarte el cielo, las situaciones y compromisos que hoy te atrapan deberían arreglarse con sus propias herramientas,  y hasta quizá tendrían la oportunidad de resurgir entre los escombros, y que hoy no lo intentan porque vos con tu ayuda les estás dilatando la oportunidad, no somos imprescindibles solo necesarios.

 

Imagínate si el señor de la vida te otorgase un nuevo tiempo, sin definiciones en tiempo y forma, quizá una nueva oportunidad para hacer todo lo que hoy quisieras y no puedes o no te animas, imagínate como encararías esta nueva oportunidad con la experiencia de hoy, pregúntate en que invertirías tu tiempo, como te verías con tu flamante desafío, ¿igual, mejor?, quizá solo diferente, con tus allegados, o sin ellos, con tu trabajo o sin él, pero eso si solo el señor de la vida y vos, frente a frente cuando te pregunte que hiciste con tu tiempo de vivir o con este nuevo que despuntarías ahora, quizás te encuentres en mejor posición y puedas responder ¡cambie para mejor.!

 

Mañana sería un nuevo día, un día de esa persona nueva, sin ataduras porque la otra ya se fue, vos y tu espíritu resurgido y renovado para darte solo placer, bienestar lleno de días para gastar…supongo que no será fácil, te imagino resoplando y resoplando por solo pensar en la difícil tarea, pero debes pensar que es menos difícil para uno que recién comienza como vos que acabarías de nacer a una nueva vida.

 

Querido amigo a tu velorio con gusto iré a despedirte, llevare una corona de flores para que la entierres en tu patio como testimonio de lo que dejaste atrás, pero además traeré una transpirante botella de champagne  para brindar por el nuevo ser que quizá aún quiera ser mi amigo del alma.

Te quiero Amigo.

 

Rodolfo Leone

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